En la novena edición, Mireia Colina Fatjó fue premiada dentro de la categoría Profesional y Alba Badia Rifà fue premiada dentro de la categoría de DonaTIC Revelación. ¡Escúchalas!

El pasado jueves 16 de noviembre, la Capilla del Museu d’Art Contemporani de Barcelona en la ciudad de Barcelona acogió el acto de entrega de los galardones de la novena edición de los Premios DonaTIC promovidos por la Secretaria de Polítiques Digitals de la Generalitat de Catalunya. El certamen reconoció la labor transformadora, la trayectoria profesional y la proyección de futuro de una decena de mujeres tecnólogas, contando las galardonadas y las menciones especiales. Así pues, después de 9 ediciones y 707 candidaturas, los Premios DonaTIC se consolidan como galardón referente en el reconocimiento del papel fundamental de las mujeres en los ámbitos tecnológicos, así como en la visibilización de nuevos referentes femeninos contemporáneos en Cataluña.

Desde la Xarxa Punt TIC, se ha querido conocer de primera mano cómo se vivió la obtención del Premio DonaTIC entrevistando a dos de las mujeres galardonadas: Mireia Colina Fatjó, dentro de la categoría Profesional, y Alba Badia Rifà, dentro de la categoría DonaTIC Revelación. «Siendo sincera, nunca hubiera esperado ganar ese premio. Para mí, es un honor y más teniendo en cuenta el gran talento femenino que existe en Cataluña», explica Badia. «Fue una mezcla de emoción y de incredulidad. El síndrome de la impostora existe y es real, incluido con personas que llevamos veinte años dentro del sector tecnológico. Es necesario visibilizar que esta inseguridad es algo que tenemos intrínseca a las mujeres. Sin embargo, fue un premio a mí misma, un reconocimiento a mí misma y a todo lo que he conseguido gracias a luchar y a salir adelante», afirma Colina. «A una niña o a una chica, le diría que no tuviera miedo, que si tiene un sueño por muy grande que parezca o muy lejos, vaya hacia allí, que luche y trabaje», confiesa Badia. «La ingeniería permite cambiar el mundo y sobre todo permite construir uno mejor. Humanizar la ingeniería permitiría que las mujeres se interesaran por ella», concluye Colina.